Saltar al contenido

Siempre Que No Puedo Dormir, Escribo

17 de febrero de 2021

Siempre que no puedo dormir, escribo. A veces mentalmente. Al día siguiente suelo borrarlo todo, lo elimino, porque me parece que lo que escribí ya hizo su efecto y cumplió con su utilidad: vomitar todo lo que me abruma, me da miedo, me desequilibra y me pierde. Pero esto es diferente, lo escribo para ti. Quizás también lo elimine mañana, quizás no, ya veremos.

Ayer hablamos de muchas cosas. Hablamos, por supuesto, de miedos -creo que sobre todo de miedo al dolor-, de cicatrices, de falta de confianza, de malentendidos, de egoísmos, de sentimientos heridos y también de que cada uno debe intentar entender y, yo añadiría, aceptar al otro tal y como es, incluyendo todo, tanto lo que nos gusta como aquello que, en nuestro mundo ideal e imaginario nos gustaría que no existiese. Quizás amarse es, en gran medida, algo tan sencillo y difícil como esto y, usando tus propias palabras, quiero alimentar nuestro amor con cosas positivas.

Yo he sido egoísta y desconfiada y quiero pedirte perdón por ello.

He sido egoísta porque te he querido empujar a hacer algo que no deseas hacer. He sido desconfiada porque mi miedo al vínculo y la complicidad, para mí desconocida, lo que creí percibir en tu relación con Eva me cegó y no me dejó aceptar la sinceridad y autenticidad de tus palabras y sentimientos.

Parece que es cierto que nuestros respectivos miedos se retroalimentan y engordan muy a pesar nuestro y que, si no somos capaces de acabar con ellos, van a terminar con nosotros. En todo lo que esté de mi parte no voy a dejar que eso suceda. Por eso quiero intentar corregir mis faltas de manera clara y sincera, en la dirección que creo más honesta. Sin miedo, sin egoísmo y con toda la confianza en ti que sé que mereces. Sin peros. Sin medias tintas.

No necesito ni te pido que hagas nada respecto a Eva, salvo lo que tú quieras y decidas hacer y, si aún me dejas, te apoyaré en tus decisiones y estaré a tu lado en lo que necesites, incluido conocerla si es algo importante para ti. Me debería dar vergüenza. Me da vergüenza haber sentido celos y haberme comportado como una cría estúpida.

Sentí que no habías sido sincera, pero me equivoqué, me equivoqué mucho, y lo siento. Te reproché que no hubieras sido transparente y honesta cuando, en realidad, yo me comporté de una forma que te puso muy difícil que lo fueras. El miércoles me obcequé absurda y estúpidamente y lo siento. Lo siento mucho. Siento todo el daño que te hice a ti y a mí misma, y a nuestra pareja.

Te he pedido perdón y ojalá me lo concedieras, pero soy consciente de que difícilmente va a ser así. Sé que, con mi comportamiento, te he hecho sentir aún más miedo. Tu misma lo expresaste: miedo — como tú dices, «más allá”— a que esta forma de actuar se repita; miedo a que yo sea una persona celosa, que no es capaz de confiar ni en ti ni en nadie y, aún peor si cabe, miedo a que limite tu libertad.

Te dije que jamás me habían dicho algo tan horrible y cruel. Yo no soy así. Creo que no merezco esta dureza. Me he enamorado de ti y he sentido unos celos absurdos e injustificados. Lo siento de verdad. Posiblemente soy una idiota, pero no esa clase de monstruo aborrecible. Creo conocerte y, muy a mi pesar, sé que ese miedo te va a costar mucho superarlo y puede que esté ahí siempre, ya que se alimenta de otros miedos y de tus infinitos “y si…”.  Me lo tengo bien merecido por haber sido víctima de unos sentimientos que no he sabido apagar, en primer lugar, con respeto hacia ti y hacia lo que creo que significamos el uno para el otro.

Temes que me haya enamorado de un ideal que no eres tú, que esté inconscientemente enamorada de otra, que eres un sustitutivo de una relación no correspondida, que no me he enamorado de ti, sino que necesitaba enamorarme de alguien, que estoy creando problemas que no existen para provocar nuestra ruptura…. Te prometo que nada de esto es así ni tiene fundamento. Al menos en esto te pido que confíes. Estoy enamorada de ti, de la persona que eres, de tu enorme fortaleza y también de todas y cada una de tus arrugas presentes y futuras, y de tus cicatrices. Pero debo respetar incluso tus miedos e inseguridades y aprender a vivir con ellas a pesar de que, al igual que creo que te ocurre a ti, tu inseguridad, a veces, me hace sentir insegura e inventar miedos que no existen.

No sé qué efecto va a tener en ti esta “carta”. Espero que sea positivo, ya que esa es mi intención, pero sé que es posible que te dé aún más miedo. Ojalá que no sea así. Sea cual sea tu conclusión y lo que decidas a partir de aquí, quería ser completamente sincera y compartir estos pensamientos completamente desnudos ya que, a lo mejor, sólo a lo mejor, este es un camino para empezar a resolver esas “tensiones y malentendidos” que citabas ayer y que necesitas entender.

Yo no me siento vaciada, aunque sí agotada, pero te quiero y esto es lo único que no tiene solución.

Tú decides.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *