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Eres Mala Muriel

 

Muriel es mala. Insignificante. Fea. Desmemoriada. Poco elegante. Nada esbelta. Y muy, muy mala. No sabemos cómo se atreve a hablar, caminar, vivir. No sabemos cómo pretende tener amigos, trabajo y lo peor, cómo cree que alguna vez tendrá un marido. Pues sí, Muriel tendrá una amiga, un trabajo y hasta un marido guapo, elegante y esbelto. Y será, entonces, cuando se sienta todavía más insignificante de lo que su padre les había hecho sentir a ella, a su madre y a sus hermanos.

La película La Boda de Muriel del australiano P. J. Hogan resulta un retrato, probablemente autobiográfico, de una familia podrida por las inseguridades que provoca el egoísmo de un padre crítico, inepto, conocedor de sus limitaciones e incapaz de ejercer protección familiar. La única opción de Muriel será la capacidad de soñar y sobre todo, la capacidad de mentir para buscar una salida de su no-hogar.

Muriel roba el dinero de sus padres para viajar persiguiendo a sus no-amigas a un destino exótico en el que encuentra a una persona, su amiga Rhonda. Rhonda será quien le aporte ese margen de seguridad necesario para descubrir que un hogar es aquel en el que confían en nosotros, nos valoran, donde no es necesario aparentar, donde no es necesario mentir para conseguir aprobación, donde no hay sitio para el mal trato, el egoísmo, la crítica sin argumento o la rigidez emocional.

Todos reconocemos a Muriel. Todos podemos ser Muriel en algún momento o toda una vida. Inseguros nos movemos a diario, inseguros trabajamos, compartimos en familia o celebramos nuestra eficacia por esconder que tenemos más miedo que confianza, más dudas que control, más debilidades que fortalezas. Claro, somos humanos. Pues no, esto no sirve de justificación. La seguridad en cada uno de nosotros debe ser una coraza perdible pero recuperable. La familia es el pilar que crea, refuerza, recupera esa coraza. ¿De qué sirve una familia donde se ceban con la inseguridad emocional? Mejor, escapar, mejor huir. ¿Y el trabajo? Cuidado. Aquí no hay demasiadas opciones de huir. Pero si hay opciones de prevención. Veamos.

La Reina del Baile

¿A quién no le gusta ser la Reina del Baile? O mejor. ¿Quién no ha soñado con ser el centro de atención y atracción en cualquier evento, fiesta o celebración? El que diga lo contrario que deje esta lectura. Esto no va contigo.
La Reina o el rey del Baile es la señal inequívoca de nuestro triunfo estético e intelectual. Somos brillantes, inteligentes, esbeltos, de apariencia agradable y muy muy buenos. Y ahí nos regodeamos porque si tenemos la aprobación, tenemos el éxito.
Atraemos la envidia y eso nos pone. Objetivo cumplido. Somos mejor que nuestro rival. Pues va a ser que no. Tener ese objetivo es la peor equivocación. La reina o el rey del Baile es la mejor muestra de la inseguridad encubierta.
Si nuestro entorno familiar es coherente nunca nos abandonará con esa debilidad al descubierto. Nuestra familia nos protege, nos cuida. Podemos ser los protagonistas sin necesidad de exceso o defecto en el aporte educacional. La familia puede y debe reforzar nuestro valor individual, puede ayudar a recuperar nuestra autoconfianza para evitar que aparezca Muriel, la mala Muriel.
Vendedor de cosméticos

La madre de Muriel, la novia de su padre, Muriel y sus amigas, todas son vendedoras o compradoras de cosméticos. No hay nada casual en que algunos vendedores de cosméticos sean compradores compulsivos de estos productos. Y cuando dejan de ser compradores compulsivos, se conviertan en vendedores líderes. Cuando antes hablaba de la prevención laboral ante la inseguridad emocional, me refería a recuperar la autoconfianza previo aprendizaje.
La autoconfianza profesional gracias a la Formación es un valor añadido en el puesto laboral. De vendedor arruinado a vendedor número uno del ranking de una empresa de cosméticos o de otras empresas sólo hay un margen educativo y formador.

Existe una inminente necesidad de afrontar el reto laboral sin necesidad de empobrecer nuestro curriculum por una formación académica precaria.
Autoconfianza profesional para todos. Formación dentro y fuera de la empresa. Formación siempre. Educación para la formación. Formación en educación. No quiero vender cosméticos. No tengo nada en contra pero prefiero consumirlos y siempre en su justa medida.

 

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