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La Magia de Darlo Todo Por un Sueño

Menudo fraude. Debería existir la posibilidad de elegir un nuevo y placentero final. No es de extrañar que las críticas afloraran tras la proyección de la película Million Dollar Baby. Claro. ¿Cómo es posible que una protagonista que sólo merece triunfos por su exceso de esfuerzo pierda su último combate por un mísero tropiezo? ¿A quién se le puede ocurrir semejante idea? No seas bien pensado conmigo. No me conoces. No sabes que envidio a Paul Haggis y Clint Eastwood, colaboradores en varios proyectos cinematográficos, por la osadía de darnos en las narices con estallidos de verdad que bombardean la conciencia salvo que no quieras obviar tu armoniosa vida de sueños de mentira.

Y a pesar de esto, yo también he rechazado la historia, me he sentido insolvente para digerir tanto dolor. He escuchado decir a mi conciencia ese infantil “No es justo” y casi sin darme cuenta he pensado en hacer pucheros. De hecho, creo que he hecho alguno. Pero no, no es necesario. Si ocurre esto, nada mejor que utilizar la memoria propia o ajena. Tenemos experiencia de vida suficiente como para saber que el premio está en convertir un sueño en un concepto real aunque vulnerable.

La magia de darlo todo por un sueño que nadie más ve a parte de ti

No existe definición más trágica para una persona que decirse encontrarse a medio camino entre ninguna parte y el olvido. “Punch” izquierdo. La boxeadora Maggie Fitzgerald interpretada por la actriz norteamericana Hilary Swank se define, se distingue y se percibe sin resquemor. No necesita aduladores, en cualquier caso, no los tiene; no necesita familia, en cualquier caso, la tiene pero no es válida; no tiene dinero, lo va a rebuscar; no tiene éxito, lo va a encontrar. Directa hacia alguna parte dentro del ring de boxeo, dejará el olvido laboral, familiar, social para cumplir su sueño de convertirse en la mejor boxeadora profesional.

El mayor de los engaños es minusvalorar un sueño, un propósito inalcanzable que solo conseguimos con esfuerzo extremo personal y/o profesional. La parte que no queremos entender es que recibir aplausos por el éxito logrado, atender a legiones de fanáticos admiradores de nuestra gloria o adquirir bienes materiales sin medida no forma parte del concepto real del sueño. Esa parte es un aditivo complementario y sin valor. Si no tenemos capacidad de asumir fracasos colindantes a éxitos, mejor no tener sueños, no tener objetivos, mejor quedarnos a medio camino entre ninguna parte y el olvido. ”Punch” derecho.

El boxeo es cuestión de respeto

¿Qué es el respeto? Ni idea, no lo cultivo. Eso es. El respeto es un trabajo exquisitamente elaborado. Es un esfuerzo para conseguir no ser transparente. ¿Transparente? Sí. Necesitas una demostración de tu valía y eso solo se consigue si obtenemos la respuesta del respeto.

En el boxeo está implícito. No hay sitio para los fallos. Además de las normas, está la forma de emplearse para evitar recibir o dar un golpe mortal. Siempre es necesario protegerse, siempre es necesario saber dar un paso atrás o un paso adelante, siempre en el momento justo, nunca en el tiempo equivocado. Esto me suena. ¿De qué hablamos de boxeo o de la vida misma?

En vez de huir del dolor, das un paso hacia el dolor.

Y vamos con eso que tanto nos duele. Vamos con nuestra huida permanente de evitar lo malo y encontrar lo bueno. Otra falsedad sin sentido. Menuda incoherencia. Si sabemos que los golpes del destino no son sólo positivos, nada mejor que enfrentarlos y mucho mejor si podemos dar un paso hacia lo peor. Un paso real o ficticio. Es lo mismo. Pero siempre dar un paso para así adelantarnos a las consecuencias negativas. A las rupturas personales o profesionales.

En suma, a lo que se nos viene encima si arriesgamos, si enfrentamos, si soñamos. No vale con desear sólo en positivo. Si damos todo por un sueño, el respeto lo tendremos asegurado solo si sabemos desenvolvernos en el duelo, sólo si sabemos reconocernos en el lado malo de las cosas.

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