
Foto de Pradnyal Gandhi.
Me han pasado una serie de cosas en los últimos meses que me han hecho darme cuenta de quienes son mis amigos. Amigos de verdad. No es que lo haya descubierto ahora, ya sabía quienes eran, pero a veces los vaivenes de la vida te hacen pasarlo por alto o ponerlos al nivel de otros que no lo son tanto. Tengo tres.
Repito que hablo de amigos de verdad, de los incondicionales, no amigos de bar, no de partidas de mus, no de esos que conoces desde hace 30 años, pero hace 10 que no los ves. Tampoco hablo de familiares, sé que los más cercanos, mientras estén ahí me van a apoyar en lo que sea (al menos en mi caso personal). Ese grupo lo dejo aparte.
A veces, según te vaya en la vida, puede que no veas mucha diferencia entre un amigo “del montón” y uno de los “de verdad”, pero no solo la hay, es enorme. ¿Por qué? os preguntaréis, o pensaréis que la diferencia puede ser cuestión de quedar más con uno o con otro… que no, que uno de los de verdad no los encuentras tan fácilmente. Los de partidos de fútbol, ir al cine o pasear niños o perros por el parque, sí.
¿Y cual es esa diferencia? Pues como diría uno de estos chats de Inteligencia Artificial que se han puesto tan de moda:
“La amistad es uno de los tesoros más valiosos que podemos encontrar en la vida. Es una relación que se basa en la confianza, el apoyo y el respeto mutuo, y puede durar toda la vida. La amistad es algo que nos da fuerza y nos ayuda a superar las dificultades.
La verdadera amistad no se basa en intereses comunes o en una relación superficial, sino en una conexión emocional profunda y en una disposición a estar ahí para el otro, incluso en los momentos más difíciles. Un amigo verdadero es alguien en quien confiamos, alguien que nos escucha sin juzgarnos y alguien a quien podemos recurrir cuando necesitamos ayuda.”
Esto me crea dos impulsos, primero mandar a la mierda al jodido chatgpt que lo escribió, sí, todo muy correcto, pero tan falto de originalidad y tan estilo wikipedia que empiezo a odiar a todo lo que lleva las siglas IA asociado, al menos en cuanto a escribir textos. Por cierto, el otro día discutí con un chat de estos porque no tenía razón, al final acabó reconociendo su error y pidiéndome perdón…
Segundo, explicaros de forma muy gráfica qué demonios es la amistad de verdad.

Foto de Oliver Hale.
Un amigo es el que es capaz de darte la ayuda que sea necesaria aunque le cueste a él, e incluso, aunque esté por encima de sus posibilidades y, además, no espera que le devuelvas el favor. Para comprobar ese límite pongámonos en el caso peor, una hipótesis extrema; has matado a un tío. ¿Qué ayuda te puede ofrecer en ese momento? Pues una pala y lejía. Sí, si llamas a un amigo y te dice qué te entregues, que confíes en la justicia, que no puede ayudarte, que si le vas a meter en un lío a él y su familia… puede ser un buen amigo, pero no es de los de verdad. El de verdad aparece en tu casa (o donde sea) con una pala y lejía. Ya te preguntará qué es lo que ha ocurrido o a ver cómo se arregla el asunto, pero de momento va con la intención pase lo que pase de deshacerse del fiambre y limpiar las huellas. Ese es el amigo de verdad, el de pala y lejía.
No estoy haciendo apología del asesinato ni nada parecido, recordad que es un caso hipotético. Si un tío es capaz de preocuparse así por ti, ese debe estar toda la vida a tu lado y debes corresponderle en consecuencia.
Cómo decía, yo tengo tres y vosotros sabéis quienes sois… el resto me caéis bien, no creáis, e incluso alguno de estos últimos puede que reaccionara igual sin yo saberlo. Si es así, decídmelo, no pienso matar a nadie, pero la vida da muchas vueltas y nunca se sabe. Si tengo más opciones me gustaría conocerlas. ¿A vosotros no?
En cualquier caso no ser amigo de pala no es malo, tengo amigos cojonudos con los que quedo a menudo que no creo que cogieran la herramienta para cavar jamás, aunque fuera por el simple hecho de no tener que hacer el hoyo, pero que harían otras muchas cosas por mí (y yo por ellos). Cada uno tiene su nivel de amistad con los que les rodean en un baremo distinto, yo, en general, pienso como Loquillo cuando cantaba aquello de…
“sabes que no vine aquí para hacer amigos,
pero sabes que siempre podrás contar conmigo”.