A toda velocidad. Pasar de rutinas sólidas y claramente establecidas a una sucesión de hechos, experiencias, lugares y sentimientos que se encadenan formando una trama con final impredecible.
Miedo a cambiar, miedo a la soledad, miedo a lo que no es previsible. Miedo al miedo.
Pero no todo es miedo. También está la emoción. Recuperar esa agradable sensación de vértigo. Ese cosquilleo en el estómago. Esa estimulante escena en la que vas cayendo y sientes la presión del aire en todo el cuerpo y notas como el oxígeno quema en los pulmones. Qué miedo. Que agradable. Cuanto te echaba de menos.
En ocasiones percibo, brevemente, una idea de paz y de convicción de que todo está bien y de que este es el camino, pero dura poco. Se va, vuelve, vuelve a marcharse, está vez tarda en regresar y la angustia gana espacio, pero siento que sigue ahí agazapada en algún lugar recóndito. Se esconde cuando se siente débil para no ser atrapada y devorada por el miedo. Volverá cuando se sienta fuerte de nuevo ¿Ganará alguna vez la pelea? Quizás no vino para ganar. Quizás sólo está aquí para que no olvide que existe y para hacerme entender que la lucha es eterna y sin cuartel. Que la lucha es el camino. Que es en el camino y no en el destino final donde se encuentran las respuestas que podemos ir recogiendo o dejarlas pasar.
Si abandonas el camino te mueres lentamente. Ves a los Vivos seguir su rumbo. Te quedas ahí, a un lado, sin molestar y la soledad te va dando pequeños mordiscos que al principio te duelen, pero a los que te acabas acostumbrando hasta que el final te devora completamente y te conviertes en un espectro.
A veces creo que ya se me ha acabado el tiempo y que es ya momento de abandonar y buscar un retiro tranquilo en el que rememorar el tiempo vivido y contar batallitas a quien las quiera escuchar. Otras veces el corazón late rítmico y seguro pidiendo nuevos objetivos y nuevos caminos por los que continuar avanzando.
Un año tan corto y tan largo. Un año que se ha cumplido y otro que comienza.
No sé qué va a pasar. Veo el miedo justo enfrente de mí. Me invita a apartarme, a no enfrentarlo y a acomodarme otra vez en el mullido sillón de la rutina. Me dice que no tengo porqué arriesgar, que no hay razón para exponerse a los daños terribles que podría causarme. ..sospecho que sabe que le necesito como a una droga que te mata y te alivia al mismo tiempo.
Aquí estoy, cabronazo!